Un mundo mejor es posible

Un día muy particular señalado a fuego en el calendario: el paseo+vivac con los chicos del Gaia por las montañas alicantinas. 

Este año visitamos la Sierra por excelencia de nuestra muy montañosa provincia: la Sierra de Aitana. Un recorrido lineal con salida en el Puerto de Tudons y llegada al pueblo de Benifato. 

Hasta aquí normal. Lo fabuloso, el grupo tan especial de chicos que nos acompaña. Un muy nutrido grupo de alumnos de 1bach, una generación como pocas. Tan entusiastas que contagian al momento. Entregados a la causa, infatigables en su derroche de energía y de saber estar, ahí vamos caminando venga arriba hacia lo desconocido y a la vez con la alegría del que se siente cobijado en lo más profundo del vientre materno. 

La pista aérea con los bellos paisajes hasta llegar a la Font del Molí donde hacemos una reunión. Algo de comida al buche, algo de ropa ante la inminente caída de la noche y reanudamos la marcha. 

Alguna cuesta importante y siempre por pista abierta ahora sí nos cae la noche. Los primeros frontales encendidos, las canciones, los sustos de algunos semejando animales salvajes, y por fin llegamos a la deseada Font de la Forata, donde hay una buena plana para montar el vivac. 

Inspeccionada la zona, pronto las esteras en el suelo y la carpa montada para evitar el relente. Bocadillos en mano, asistimos al inusual espectáculo de ver crecer la luna llena en el horizonte. Entre risas, fotos, juegos, en grupos sentados y tapados con los sacos, la luna va subiendo apoderándose del grandioso escenario de las montañas que nos rodean. Poco a poco algunos chicos van cerrando sus sacos y con un ojo abierto siguen alucinados el devenir de la luna y las estrellas. Esto era dormir al raso. A la intemperie. Ahora por fin en el vientre de la madre. La madre naturaleza. ¡GAIA!!

Las risas y los juegos de los grupos se van apagando, o quizá no fue así y fui yo quien cayó en un profundo sueño como nunca. Creo despertar a medianoche y compruebo que todo está calmo, el más absoluto silencio sólo roto por el leve movimiento de la loneta de la carpa. Las estrellas en su sitio. Y la luna. La silueta de las montañas donde las había dejado. Y al girar mi cuerpo sobre la estera de nuevo en los brazos de Morfeo. 

Despierto con los ruidos de los primeros chicos que levantan el vuelo. Sus figuras recortadas con el fondo dorado del amanecer a Levante. Como reloj suizo de impecable precisión cada uno de nosotros va incorporándose al nuevo día. Toca desayunar y recoger el campamento. 

Como una familia en perfecta armonía tomamos la estrecha vereda que nos lleva dirección al Paset de la Rabosa. Antes de llegar a su falda nos desviamos para entrar en la Cueva de los Maquis, un pequeño museo al aire libre de la Historia reciente de España. Dejamos las mochilas ante la estrecha grieta entre rocas y entramos en el abrigo. Lo recorremos y del otro lado nos toca trepar por un sinuoso paso entre rocas para salir. Le damos la vuelta por fuera a todo el roquedal y ya de nuevo con las mochilas a la espalda nos disponemos a atacar, ahora sí, el Paso de la Rabosa. 

Por la importante cuesta en fila de a uno siguiendo las marcas del PR. Las primeras rocas escalonadas y venga arriba. Un primer paso algo feo por su verticalidad, y al segundo apuntalamos el vacío los profes y ayudamos todos a una en el paso de las mochilas. Salvado este segundo paso estamos por fin en el famoso Paso de la Rabosa, un pequeño hueco triangular entre enormes rocas que da directo a la cara Sur de la Sierra de Aitana. 

Ya todo el grupo del otro lado comemos algo y disfrutamos de las vistas. De nuevo en marcha llegamos a un cruce rodeados por las Simas de Aitana donde dejamos las mochilas para afrontar la subida a la cumbre de Aitana, que con sus 1556m pasa por ser el punto más alto de la provincia. Una vez arriba, junto a la valla del recinto militar, desplegamos nuestra pancarta en contra de cambio climático. Es nuestra contribución para tomar conciencia de las desgracias que asolan nuestro planeta por culpa de la desaforada industrialización. Un mundo mejor es posible, y los pequeños gestos de cada uno de nosotros semejan indispensables para frenar el desastre. 

Las fotos de grupo y las impresionantes vistas, con la Font de la Forata, donde montamos el vivac, a nuestros pies. 

Deshacemos camino hasta el cruce y toca subir un poco y por la laaarga cuerda en lo más alto de la Sierra de Aitana, el bello sendero que nos lleva hasta el Collado de Tagarina. Nueva reunión, algo de comer, cremas para algún tobillo dañado, y ponemos rumbo por pista abierta en franca bajada hasta la Font de Partegat, donde comemos y bebemos. Ya sólo nos queda dejarnos caer al bello pueblo de Benifato donde nos espera el autocar que nos ha de devolver a San Vicente. 

 

Ángel Hortal, profesor de Educación Física

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