Diario del intercambio 2019. La llegada.

Empezamos esta aventura con ilusión, contando los minutos que quedaban hasta las doce para emprender el viaje.

Nos dirigimos al aeropuerto, donde después de despedirnos de nuestras familias, tuvimos que esperar un buen rato antes de subir al avión (teníamos el miedo de quedarnos en tierra como casi les pasa a los alumnos del año pasado).
El trayecto en avión por encima de las nubes fue impresionante, tres horas de vistas maravillosas sobrevolando territorio europeo.
Al llegar, subimos a un autobús tan lleno de gente que casi no podemos meter las maletas y, al llegar a la estación, tuvimos que esperar un par de horas antes de coger el tren, el último transporte que necesitaríamos para llegar a nuestro destino.
El tren se hizo breve, pues los nervios por la llegada y por ver más cercano el momento de encontrarnos con nuestro estudiante de intercambio hicieron que el tiempo pasara volando.
Al llegar, nos acogieron con alegría las familias, nos llevaron a nuestras respectivas casas, y descansamos profundamente ya que llevábamos casi doce horas viajando y estábamos muy cansados.
Ha sido un viaje extenso y agotador, pero el saber que damos inicio a esta nueva experiencia nos deja con buen sabor de boca y realmente motivados para aprender y disfrutar con nuestros compañeros alemanes.
Inés Muñoz-Quirós (1º Bach)

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